Pautas para el establecimiento del cultivo de vid

Abstract

La vid europea, Vitis vinifera, es una especie de antiguo conocimiento por la humanidad, teniéndose referencias de ella y de su producto (el vino), hace más de 5000 años en Egipto. Su origen parece haber sido entre los mares Negro y Caspio, donde todavía crece en condiciones silvestres. Esta planta, adquirió importancia cuando se extendió a los países del mediterráneo y por todo el Imperio Romano. Una importante parte de viticultura se desarrolló en Francia, España, Italia, Bulgaria; entre otros países. Los conquistadores españoles fueron los encargados de diseminar esta especie por América, consolidándose fuertemente en México, el suroeste de los Estados Unidos de América, Chile y Argentina, y en menor medida en Perú, Brasil y Uruguay. Las variedades de vid para vino que existieron en la antigüedad se han ido seleccionadas lentamente desde tiempos muy remotos hasta llegar hoy en día a la gran variedad de cultivares y portainjertos existentes; los cuales hacen posible el desarrollo del cultivo de vid en sitios con condiciones agroecológicas muy diversas. Argentina, posee una superficie cultivada con vid de 211.099 hectáreas distribuidas en 23.278 viñedos según informe anual realizado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV,2021). El área y viñedos va sufriendo modificaciones año a año comportándose de manera muy dinámica, ya que se dan de baja superficie improductiva y se incorporan nuevos viñedos al registro del INV. En los últimos 10 años, nuestro país se incorporó a los países exportadores de vinos ocupando un lugar central en la lista de los diez países que producen el 80% de vino a nivel mundial. En general, las regiones vitivinícolas argentinas, se caracterizan por tener pocas lluvias y baja humedad atmosférica con inviernos bien marcados, veranos calurosos y buena insolación, lo que permite una buena tipicidad varietal.